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Las etapas del amor

Hace unos días leí que el proceso que va desde el enamoramiento hasta el amor verdadero tiene 5 etapas:

Etapa 1: cuando el amor es romántico. Cuando nos volvemos “locos” por el ser amado y deseamos estar a su lado permanentemente, estar siempre en contacto. Es la etapa de la negación de las diferencia: “nos amamos porque a los dos nos gustan las mismas cosas”, “somos iguales y tenemos los mismos principios”, “siempre estamos de acuerdo en todo”, etc.

Etapa 2: cuando aparece la ilusión del amor por siempre. En la etapa anterior estamos locos pero no tanto como para creer firmemente que la relación durará para siempre. Aquí soñamos con “cuando nos casemos…”, “cuando tengamos nuestros hijos…”, etc. Las ilusiones nos sostienen para poder tolerar las primeras desilusiones al descubrir que realmente no somos iguales, aunque todavía son pocas. “ojalá que no cambie más”, dicen ellos; “bueno, ha cambiado pero yo voy a hacer que él vuelva a ser como a mí me gusta”, dicen ellas.

Como diría la antropóloga Hellen Fisher, estas dos etapas son las del predominio de la dopamina, el neurotransmisor que tiene que ver con el placer intenso. Esta borrachera de dopamina es la que nos vuelve enamorados perdidamente y con la necesidad de pensar en el ser amado permanentemente. Por eso es que los especialistas hablan de que más que una locura, estas etapas se parecen más a una neurosis obsesiva.

Etapa 3: aparecen las diferencias. La dopamina baja. Los amantes muchas veces se sienten traicionados. Pensaban que el otro era el alma gemela y ahora se sienten traicionados o, al menos, desilusionados. El reconocimiento del “otro” como un ser absolutamente diferente es un duro golpe para nuestros narcisismos. Aquí es donde se acaban muchas parejas y terminan muchos matrimonios. Sólo quienes logran tolerar las diferencias sin condiciones podrán pasar a la siguiente etapa.

Etapa 4: Las parejas sobrevivientes han logrado aceptar que sus cónyuges son personas diferentes, con defectos pero también con virtudes. Entienden que lo que tienen vale más que lo que no tienen y son capaces de “negociar” entre ellos. Las peleas disminuyen y, como dice Pablo Milanés: “las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones”. ¿Aburrido? No necesariamente. No se trata de resignación. Se trata de parejas que han logrado poner lo que han venido construyendo juntos por encima de las necesidades personales, aprendiendo a negociar, a ceder y también a reclamar sin temor.

Etapa 5: viene la sabiduría. El uno es feliz con la felicidad del otro. Cada uno es capaz de desprenderse de lo personal con tal de ayudar al otro a ser mejor persona. Aprendemos que tener la razón no sirve de nada, que hay más verdad en defender mutuamente el amor que en ganarla para uno mismo. Es allí donde se entiende lo de “quien quiera ganar su vida la perderá y el que la pierda, la ganará”. La desaparecida psicoanalista argentina, Mariam Alizade llamaría a esta etapa la del Narcisismo Terciario.

Nuevamente Hellen Fisher diría que estas etapas son sólo posibles si logramos dejar el placer de la dopamina y pasamos al predominio de otro neurotransmisor llamado la Oxcitocina, el que nos ayuda a construir relaciones de largo plazo.


Pensaba en la 5ta etapa y también pensaba en Isadora, la ciudad de la que nos habla Italo Calvino en su libro “Las ciudades invisibles”.  Isadora es la ciudad a la que toda persona desea llegar, la de los placeres máximos a los que aspiramos cuando jóvenes. El único problema es que Isadora es la ciudad a la que se llega cuando uno es viejo, cuando los deseos ya son sólo recuerdos. Sin embargo, en este caso, llegar a la 5ta etapa depende de cada uno de nosotros. Aunque aprendemos a través de los golpes, con la voluntad adecuada en la pareja, el camino no tiene por qué tardar toda una vida.

El amor, entonces, no es un sentimiento. Tiene que ver con una decisión pero tampoco es solamente una decisión. El amor es un camino, la experiencia de un recorrido. Todos experimentamos el amor a lo largo de nuestra vida. Cuando somos niños amamos como niños. Cuando somos adolescentes amamos como adolescentes, y lo mismo cuando pasamos a la juventud.

El problema sería quedarnos para siempre convencidos que el amor es como alguna de las etapas intermedias y que no es un camino que uno debe recorrer para llegar a la etapa final en un momento en el que todavía valga la pena.

Piensen en esto. 

Comentarios

Gabriela ha dicho que…
Alberto: me ha gustado mucho tu artículo.Plantea una mirada esperanzadora sobre el amor: más que un sentimiento es una decisión. Eso abre la perspectiva de que somos capaces de optar por él. Y me pregunto cuántas personas son capaces de alcanzar la sabiduría para enrumbarse en el camino que tan claramente has delineado.
Anónimo ha dicho que…
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