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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL MESSENGER

Será por esa inevitable costumbre de teñir de humanidad hasta la tecnología más fría, que desde la aparición del Internet como medio de comunicación y búsqueda de información también apareció una nueva forma de contactar entre las personas. Uno de los productos más vendidos en Internet, conjuntamente con el sexo, es el sueño de la pareja ideal, el amor de tu vida, la media naranja o el alma gemela.


Un amigo psicoanalista me decía que las páginas buscapareja en Internet le hacían recordar a aquellas fiestas a las que solíamos asistir de adolescentes en las que un “¿quieres bailar?” rompía el hielo de chicos por un lado y chicas por el otro. El salón de baile es ahora, a decir de mi amigo, el sitio web lleno de perfiles y fotos (algunas tomadas en estudio expresamente para tal fin) y el “quieres bailar” ahora tiene el formato electrónico de un guiño o un correo, con la finalidad de poder acercarse a la nueva pista de baile llamado Messenger.

“¿Dónde lo conociste?”, preguntan hoy en día y la respuesta bien podría ser: “es un amigo que conocí por el Messenger”. La verdad es que hasta el momento no entiendo cómo es posible conocer a alguien a través del Messenger (en realidad es desconocimiento real ya que, en comparación a mis hijos, lo uso muy poco). En realidad me parece que se conocen en otro lugar del ciberespacio y luego se citan a través de chat. Como sea, el chat se ha convertido en un medio más para contactar con personas de todas partes del planeta y quizá, por qué no, con el amor de tu vida. Al menos esa es la fantasía. Pero ¿cuál es la realidad que está detrás de la fantasía?

Me enamoro de su esencia
En primer lugar hay que reconocer que los amores a distancia no son nuevos en la historia de la humanidad, por lo que el tema no va por ese lado. Hace más de 100 años, por poner un ejemplo cercano al psicoanálisis, Sigmund Freud y Martha Bernays vivían su romance a través de sendas cartas de amor. Lo que hoy ha cambiado es la posibilidad de iniciar el primer contacto a través de un modo virtual, entendiendo lo virtual como contrapuesto a lo presencial, este es el pequeño gran detalle que marca la diferencia.

Una paciente que “conoció” a un brasilero a través de internet me decía que ella sentía que al eliminar la dimensión física de la experiencia entrar en contacto, se podía confiar más en que la persona se interesara por lo interno más que por el aspecto exterior. Ellos llevaban más de 3 meses en contacto sin haber intercambiado fotos, lo que les daba la sensación de conocerse más íntimamente.

Algo similar le sucedió a otra paciente que llevaba más de 20 años de matrimonio y quién “accidentalmente” (¿?) conoció a un señor argentino de Buenos Aires. Como el esposo de mi paciente viajaba continuamente por razones de trabajo, ella podía permitirse el contacto cada noche a través del chat. La emoción se hacía cada vez mayor y llegó al punto de plantearse la separación del marido para poder correr a los brazos del virtual amado. La aventura terminó con un viaje de ella a Buenos Aires (gracias a Dios que con el buen tino de no haber terminado su matrimonio antes) y la desilusión de no encontrar a nadie en el lugar y fecha convenidos.

¿Qué poderosas fuerzas mueven a personas adultas a correr tamaños riesgos? Yo creo que tiene que ver con la fantasía de recuperar el enamoramiento. El enamoramiento es esa etapa en la que todos estamos dispuestos a recibir las proyecciones del otro y convertirnos en lo que él o ella desee, a cambio de que la otra persona también haga lo mismo. “¿Te gusta el cine?”, “Mucho y más aún ahora que sé que a ti también te gusta”. “¿Qué piensas de tal o cual cosa?”, “Te aseguro que no pienso algo muy distinto a lo que tú piensas”.

Se trata de buscar la conexión a como dé lugar, borrando toda posible sensación de diferencias. ¿Se imaginan iniciar una relación marcando todo aquello que nos diferencia? ¡Imposible!, nadie se nos acercaría. Y la comunicación virtual vía chat o correo electrónico es ideal para eso ya que se presta para dos fenómenos: el primero tiene que ver con mis propias fantasías, es decir, con lo que yo desearía que el otro sea. Uno se imagina lo que sea, lo que casi nunca coincide con lo que realmente es la persona al otro lado del teclado. Lo segundo tiene que ver con la búsqueda de conexión o sea, con lo que estamos dispuestos a ceder con tal de no sentir la pérdida de conexión con la otra persona.

Por favor, no me desvirtualicen
Conocer virtualmente a alguien es no conocer. Sólo es el primer peldaño en un proceso que puede durar mucho tiempo y que se iniciará sólo en el momento en el que se desvirtualice, es decir, que se inicie en el mundo real, paso que algunas veces las parejas virtuales se atreven a dar: una mujer en sus 40 había conocido a un señor que vivía en Ica, ciudad situada a 4 horas al sur de Lima. La relación virtual llevaba ya bastante tiempo como para dar el siguiente paso: intercambiar números celulares. Llevaban ya un buen tiempo hablándose de cuatro a seis veces por día cuando deciden realizar el primer encuentro físico. Este primer encuentro, debidamente planeado, se frustró y tuvieron que esperar un mes a que se diera una nueva posibilidad. Todo estaba coordinado: el restaurante, la discoteca donde irían a bailar, el hotel en el que pasarían la noche, etc. El momento del encuentro resultó ser una desilusión total. La elocuencia de las conversaciones telefónicas cambió en un silencio tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Terminada la cena las únicas palabras que intercambiaron fueron: “creo que mejor dejamos lo demás para otro momento”, un beso en la mejilla como despedida y luego el silencio en llamadas, correos y chats.

Muchos son los casos en los que pacientes de uno y otro sexo cuentan lo desilusionante que resultó el encuentro físico con el amor virtual: “Fue sólo el inicio del fin. Después ya no fue igual”. Incluso en los casos de relaciones internacionales y a pesar de lo costoso del encuentro en estos casos, no se puede evitaren muchos casos la sensación de haber sido engañados. La explicación a este fenómeno quizá la debamos encontrar en que aquella conexión que sentimos era tan virtual como el medio utilizado.

Si en un primer momento lo físico no era importante, de pronto se convierte en motivo de desilusión. Las diferencias, inexistentes en un primer momento, aparecen implacables como para echar por tierra todas nuestras fantasías. Parece que esto no lo podemos perdonar y eso hace que la amistad se acabe.

Entonces… ¿no hay solución?
En primer lugar hay que reconocer que Internet es uno de los medios que hoy existen para encontrarse entre las personas. Los chats, las listas de interés, los Hi5, etc., no son más que lugares (virtuales por supuesto) que podrían facilitar el encuentro. Ojo, no me refiero a “encuentros virtuales” sino a encuentros reales. Esto quiere decir que una vez contactada la persona a través del ciberespacio la tarea de desvirtualizar la amistad es imprescindible.

¿Debiera este proceso de “realización” (hacer real) la amistad empezar inmediatamente? Depende de muchos factores. La distancia es uno de ellos pero también está la seguridad que pueda inspirar la persona, riesgo que siempre estará presente.

Por otro lado, pensemos que todo proceso de enamoramiento real (cara a cara) toma su tiempo, tiempo en el cual deben existir desilusiones, pleitos, reconciliaciones, piel, etc. Son muy pocos los matrimonios que han tenido éxito a través de este medio (no digo que no existan casos exitosos, sino que son muchos más los casos fracasados).

Debo señalar que percibo a los jóvenes mucho más adecuados a esta forma de encuentro. Aunque parezca mentira son muchos más los casos de adultos que de jóvenes los que caen en la proyección de las fantasías

Si me preguntan, yo todavía confío más en la vieja usanza, es decir, en utilizar el viejo medio de “preséntame a alguien” o de buscar grupos de interés (sociales, artísticos, académicos, parroquiales, etc.)en dónde conocer a las personas. Sin embargo, la verdad es que el medio está allí y si uno lo usa de manera adulta… quién sabe a quién podría uno encontrar.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
mucho he reflexionado al leer EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL MSN y mas aun me he identificado con alguna historia,pues me gusta este medio para conocer gente y vivir esas emociones q el mundo real no me da,si me gusta la intensidad con la q vives cada instante cada momento en el q te conectas con ese ser tan especial al q crees conocer totalmente y q cdo lo vez personalmente ,desaparece toda la magia ,bueno en algunos casos .
quisiera contar brevemente una historia ,ahora graciosa para mi ,en aquel entonces fue terrible pues ,conoci a un huncayno que me enamoraba por medio de cartas muyromanticas y tarjetas preciosas ,regalos virtuales y demas...yo estaba babeando jijijjiiji,y como siempre yo algo acelerada no veia elmomento para conocernos ,pero habia un detalle yo habia pusto un perfil q no correspondia a mi realidad es decir fisica ,pues en el perfil yo decia q pesaba 75kilosy no el real q era 58 ,pues llego el momento de vernos y asi sin mas nio mas me arrocho pues el se habia echo ilusiones en ver a una mujer obesa y no a la deportiva y delgada chica q yo era .ahora ahi algo q ud no ha tocado y es el por q de esa necesidad ,por q si se vuelve una necesidad de encontrar a alguien con el q te conectes de una manera especial ¿que hay detras de esa busqueda?
Anónimo ha dicho que…
Bueno en realidad, a mi tambien me paso lo mismo con un brasileño, bello y buena persona, y senti que estaba enamorada, no veia el momento de encontrarnos y siempre existia un inconveniente. Hasta que bueno el se fue alejando y ya termino todo eso lindo. Me senti muy mal pero al poco tiempo me di cuenta que es un simple estado de enamoramiento... Y de verdad que me gusto mucho este articulo y me hizo comprender mejor mi situacion...Las mejoras cosas son las que pasan....

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