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¿Equidad o equipo?

Es bastante grato para mí inaugurar un espacio como este, donde dialogaremos sobre temas que son de gran importancia para la vida emocional del ser humano, con un tema como el que hoy nos toca. Nos centraremos en la vida de las parejas y tocaremos lo que cada miembro espera el uno de otro. En cada uno de estos espacios iniciaremos con una pequeña viñeta que nos ubique en el tema y que quizá se parezca a una escena de la vida de alguno de ustedes, estimados lectores.

César siente que se esfuerza mucho para cumplir con su familia. Trabaja arduamente para conseguir el dinero que su mujer y sus hijos requieren para cubrir todas sus necesidades y también para poder darse algunos gustitos. Sin embargo siente que su mujer, Cecilia, no es justa con él porque no llega a apreciar adecuadamente todo el esfuerzo que él realiza puesto que siempre le anda reclamando más colaboración en los quehaceres de la casa y los hijos.
Desde que se casaron decidieron que Cecilia no trabajaría para poderse dedicar íntegramente al hogar. Ella siente que su esposo no aprecia todo su esfuerzo por mantener la casa y educar a los hijos, y que no recibe ninguna colaboración por parte de él. Quisiera que pudieran conversar de esto pero cuando ella lo intenta César calla ya que le es muy complicado poder expresar lo que siente: “César no habla” –dice ella.
Recientemente tuvieron una discusión fuerte porque uno de los hijos, que había estado toda la semana con tos, vomitó sobre las sábanas durante la noche y ella tuvo que levantarse de madrugada para atenderlo. Mientras ella pensaba que no era justo que hiciera todo esto sola mientras él dormía sin levantarse a ayudarla, él pensaba que ella era una desconsiderada por pretender que él se levante de madrugada sabiendo que al día siguiente él se irá al trabajo temprano y ella se quedará en la casa. En resumen: ninguno de los dos siente que el otro siendo justo.

¿Les suena conocido? Es una situación común en muchas parejas y la causa de muchas rupturas al no saber cómo manejar adecuadamente sentimientos encontrados como estos. A partir de esta pequeña anécdota en la vida de César y Cecilia podríamos hacer muchísimas observaciones sobre las diferencias de razonamiento entre los hombres y las mujeres, pero esta vez vamos a enfocarnos en un aspecto que tiene con ambos y que estoy seguro que nos puede ayudar mucho en nuestra vida. Vamos a enfocarlo a partir de las distintas lógicas con las que los que las personas suelen conducirse.

Existen al menos dos lógicas (miradas, encuadres o perspectivas) desde las cuales sentimos las cosas que nos suceden en la intimidad: la de la equidad (justicia) y la del equipo (solidaridad). César y Cecilia sufren porque sienten que hacen cosas que su pareja no logra apreciar. Cada uno contabiliza las cosas que aporta “desinteresadamente” a la familia para luego poder exigir un determinado comportamiento por parte del otro. Expresiones como “No es justo que yo me encargue de esto…”, “Yo que me esfuerzo tanto…”, “el (ella) piensa que lo que yo hago no vale nada”, etc. son formas con las que inconscientemente contabilizamos cada una de las buenas acciones que hacemos. Lo curioso es que en esta contabilidad uno siempre tiene saldo a favor y espera que el otro equipare la balanza. Como el otro miembro también piensa lo mismo, nunca se pondrán de acuerdo. Ambos están aplicando la lógica de la equidad, de la justicia: tanto das, tanto esperas recibir del otro.

Sin embargo existe otra lógica: la lógica del trabajo en equipo. Imaginemos que en un partido de fútbol por el campeonato mundial un defensa del equipo peruano está adelantado y está solo frente al arco rival, mas cuando se espera que dispare y convierta el gol, éste se pone a pensar que eso no es tarea de él, que eso le toca a los delanteros y que no es justo que él, que la pasa duro defendiendo la zona peruana, encima tenga que hacer el trabajo de los otros. Entonces decide dejar la pelota, no disparar y volver a su posición. Suena ridículo ¿verdad? ¿y saben por qué? porque hemos logrado colocarnos en la lógica del equipo saliéndonos de la lógica de lo que es justo.

Un equipo funciona desde otra perspectiva: la de la colaboración en favor de un objetivo común. Algo así debiera ser el funcionamiento de la pareja. Si César y Cecilia hubieran interiorizado esto, no tendrían problema en colaborar el uno con el otro ya que sentirían que por encima de las tareas que a cada uno le ha tocado resolver en el día, está el éxito de ellos como pareja o como familia. No me estoy refiriendo a que la mujer haga todo sin quejarse o que el hombre además se encargue de todas las cosas del hogar. No hablamos de extremos. Hablamos tener el criterio suficiente como para poner el fin principal por encima de la equidad contabilizable. Así César y Cecilia, en vez de andar contabilizando lo que cada uno hace y cuál es su saldo a favor, podrían convertir su descontento en un acuerdo solidario donde no interesa quién pone más sino el fin que se persigue.

La raíz de todo esto está en algo que el psicoanálisis llama “narcisismo” (de lo que seguramente iremos hablando en el futuro) y que por ahora podríamos traducir como “egocentrismo” (que es diferente de “egoísmo”) y que significa el medir todo a partir de uno mismo, sin admitir las diferencias entre las personas y sin tener en cuenta el fin común. Seguramente en el futuro iremos encontrándonos nuevamente con esta palabrita y la iremos comprendiendo más.

¿Significa esto que no debiera haber equidad de roles en la pareja? No. Los roles deben estar distribuidos equitativamente desde el principio -como en un equipo- de modo que al que tiene no le sobre y al que no tiene no le falte. Sin embargo, en el camino no se trata de cumplir excepcionalmente cada uno su rol, se trata de ser un equipo que también debe aprender a colaborar entre sí para lograr el objetivo común, que es la felicidad de ambos.

Como terapeuta he visto muchas parejas que por encerrarse en la lógica de la justicia y la equidad son realmente infelices. Parejas que pueden llegar a separarse con la absoluta convicción de que cada uno está en la razón (en realidad usan la razón para justificar su infelicidad). Al final se va cada uno con la razón bajo el brazo, pero con la posibilidad de alcanzar la felicidad cada vez más lejana.

Encontrar el punto exacto del equilibrio entre ambas lógicas en una pareja no es una ciencia, es un arte.
(Publicado en ESTAMPA, suplemento dominical del Diario Expreso, Lima-Perú, el día 28-Oct-2007)

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