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LA LEY DE MURPHY

Nombrada así por Edward A. Murphy Jr., un ingeniero de desarrollo, que trabajó por un breve periodo en experimentos con cohetes sobre rieles hechos por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1949.

¿Alguna vez han sentido que todo les sale mal? ¿Y cuando ya les ha ido suficientemente mal recién descubren que es sólo el inicio? El optimista piensa: “después de todo lo que me pasó ya no me puede ir peor”. ¡Error! ¡Siempre te puede ir peor!

Me preparo una tostada con mantequilla. Ya hice hígado porque descubrí que era lo único que había en el refrigerador pero como no estoy dispuesto a malograrme el día pienso que nadie me va a impedir disfrutar de una sencilla tostada con mantequilla de verdad. De pronto Murphy, omnipresente, se encarga de que la tostada resbale de mis manos. Cae lentamente. Si me apuro la podré alcanzar antes que termine su trayectoria hasta el suelo sucio de mi cocina. Hago mi mejor esfuerzo sólo para darle el empujón final que, además, hace que en vez de caer con la deliciosa mantequilla de verdad hacia arriba, lo haga completamente hacia abajo, embarrando el suelo y barriendo con todos los pelos del perro que nunca se notan más que cuando estas cosas me pasan.

Ahora estoy en el supermercado haciendo la cola para pagar en la caja. Ya di mis 10 vueltas reglamentarias para calcular cuál es la caja que avanza más rápido. Los que hemos vivido el Perú de los 80s nos hemos hecho unos expertos en esto de las colas. Me coloco en la fila calculada (alta matemática) y de pronto… ¡Mier…! ¡todos avanzan menos nosotros porque a la señora de adelante mío (justo) se le olvido pesar todas las verduras que compró para el año entero o porque no aparece un código en el sistema y toma su tiempo ingresarlo (claro, sólo a mí se me ocurre colocarme detrás de la única persona a la que se le ocurrió comprar el único objeto que no tenía código en toda la tienda).

¿Qué dice la dichosa Ley?
En Wikipedia (
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Murphy) se puede obtener una historia bastante completa sobre su origen y del ingeniero Edward Murphy, quien le dio su nombre. Existen muchas versiones de la Ley de Murphy, todas equivalentes, pero la más conocida es la siguiente:

“Si algo puede salir mal, podemos estar seguros que saldrá mal”.

También podemos escuchar una lista enorme de corolarios, proposiciones, postulados y demás, todos derivados de esta Ley, condimentadas con el ingenio popular y nuestra implacable experiencia de la realidad:

- Cuando las cosas van mal, pueden ir peor.
- Todo es más difícil de lo que prevés.
- Todo requiere más tiempo que el previsto.
- Si varias cosas pueden ir mal, con seguridad saldrá mal aquella que perjudique más.
- Una experiencia es algo que no tienes hasta después de haberla necesitado.

Además existen aplicaciones específicas que podamos encontrar para casi cualquier área de la experiencia humana:

- Ciencia: Si un experimento funciona es que algo ha salido mal.
- Economía: Todo lo que sube… permanece arriba.
- Computación: Todo software cuesta más y tarda más tiempo del esperado.
- Negocios: Cuando el avión en el que viajas lleva retraso, el avión que tienes que tomar después seguro sale a la hora.
- Electrónica: Si dos cables se pueden conectar de maneras diferentes, la primera que elijas será la que fundirá los plomos.
- Burocracia: Si algo puede salir mal, lo hará por triplicado.
- Mecánica: Cuando se suelta una herramienta rodará hasta el lugar más inaccesible de todo el taller.

La Ley de Murphy tomada en serio
Bromas aparte, la verdadera formulación de la Ley de Murphy dice lo siguiente:

“Todo evento cuya probabilidad de suceder sea mayor que cero sucederá tarde o temprano”

Una formulación más trabajable y equivalente a la anterior es:

“Sólo tenemos certeza que no sucederá aquello cuya probabilidad sea cero”.

Aunque pueda sonar más difícil, nos permite entender sus implicancias más allá de la broma popular: si tenemos un evento E cuya probabilidad de suceso es P(E) > 0, por más pequeña que ésta sea, sólo es cuestión de tiempo para que suceda
[1]. No importa cuánto tengamos que esperar. El tiempo transcurrido T puede ser muy grande pero siempre será un tiempo finito. La contra-recíproca del enunciado dice que la única manera que T no sea finito es que estemos absolutamente seguros que P(E)=0.

Es por esto que mientras algo pueda suceder, es decir, que su probabilidad P(E)>0, seguramente sucederá. Claro que eso se aplica tanto para las cosas buenas como para las malas. Lo que sucede es que en la vida diaria damos más importancia a las cosas que nos perjudican o nos frustran y las cosas buenas simplemente las damos por sentadas.

Ley de Murphy y lo inconsciente
Aunque muchos colegas no son conscientes, los psicoanalistas solemos utilizar mucho esta Ley para interpretar todo lo que emane del inconsciente. Por ejemplo, si un paciente llega tarde a su cita jurando que no fue a propósito y que no tuvo la culpa de que su auto se quedara sin gasolina en pleno camino, el psicoanalista interpretará siempre su tardanza como una resistencia del inconsciente aduciendo que la única manera que el paciente tiene de demostrar que deseaba llegar puntual a su cita hubiera sido que se hubiera cuidado de que la probabilidad de no llegar puntual sea cero, es decir, que se hubiera cuidado de que nada interfiriera con su hora. Esto incluye, obviamente, el combustible para el auto. Como se descuidó en ese punto, es decir, como permitió que P(E) sea distinto de cero, estaba admitiendo la posibilidad de que algo suceda y que no pueda llegar a tiempo, lo que tarde o temprano sucedería. Esta es la forma como el inconsciente suele jugarnos muy malas pasadas.

Si deseamos algo realmente nos cuidaremos de evitar las cosas que puedan ir en su contra. Mientras más espacio de manejo nos demos para las eventualidades, mayor será la probabilidad de no lograr nuestro éxito. En realidad esto es lo que nos advierte siempre la Ley de Murphy y esto es a lo que el inconsciente siempre recurre.

Cuando el transbordador espacial Columbia estalló causando la muerte de todos sus tripulantes, pudimos pensar que se trataba de una falla que escapó absolutamente al manejo de los ingenieros. Pero existen trabajos de un grupo de psicoanalistas argentinos que nos hacen ver cómo hubieron descuidos inconscientes que hacen pensar que los ingenieros, sin darse cuenta, estaban permitiendo que P(E) sea diferente de cero y con ello, estaban permitiendo el fracaso y también el riesgo de los tripulantes.

Así, la Ley de Murphy se vuelve, más que en una visión pesimista de las cosas, una advertencia de las vicisitudes del inconsciente. Una prueba más de su existencia.


Murphy y las parejas
En las relaciones de pareja también se suele presentar esta situación. Muchas parejas culpan al azar de muchas de los problemas que los aquejan. “Qué culpa tengo si…”, “Cómo iba yo a saber que…”, todas estas expresiones encierran un real desinterés por evitar que algo que no queremos que suceda realmente NO suceda. Pero para ello recordemos que la única forma, de acuerdo con la Ley de Murphy, es que ello sea imposible que suceda. Esta es la verdadera forma de cuidar de nuestra pareja. Si dejamos un resquicio abierto, podemos estar seguros que tarde o temprano aquello que decimos no desear, sucederá.

Pensemos en casos como infidelidades. ¿Cuándo o dónde se originan? Casi siempre las infidelidades “no planeadas” (¿?) suceden por no haber evitado que sucedan. Dicho de otro modo, por no haberse asegurado que P(E)=0 y al ser P(E)>0 estaremos dejando abierta una ventana que, por más pequeña o imposible que nos parezca, donde tarde o temprano podría suceder. Es este “podría” lo que hace que sea el reflejo de algo inconscientemente deseado o, al menos, permitido por ambas partes de la pareja. Justamente este aspecto es el que hace que los psicoanalistas digan que todo problema de pareja es de responsabilidad compartida en partes iguales, incluso cosas tan serias como la violencia familiar o la infidelidad.

[1] Para aquellos que no estén familiarizados con la notación matemática, P(E) representa la probabilidad de que E suceda en la realidad. Por ejemplo, un evento E puede ser algo como “que mi esposa me llame al celular dentro de los próximos 10 minutos” o que “Mi equipo de fútbol gane los próximos 2 partidos” o que “El dólar vuelva a estar a más de 3 soles por dólar”. Como ven, todos hablamos de probabilidades en el lenguaje cotidiano. P(E) se considera un valor entre 0 y 1 que representa cuán probable es que este evento E suceda. El valor 0 representaría que E es completamente imposible que suceda y 1 que es un evento que de todos modos sucederá. Cualquier valor mayor que cero pero menor que 1 representa cuánto es más probable que suceda respecto a que no suceda, y mientras más se acerque a 1 significa que el evento tendrá más posibilidades de suceder que de no suceder. Por ejemplo, P(E)=0.5 quiere decir que existe la misma posibilidad de que E suceda o que no suceda, esto es, es 1 a 1 (algunos dicen 50-50) .

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